La muerte de Pedro Martil, un notable de la Educación, la Justicia y la comunicación
Por Carlos Julio Féliz Vidal.
Pedro Martil fue un apasionado de la educación, actividad a la que dedicó décadas en las aulas pre universitarias y en la burocracia como técnico; en el ámbito universitario fue maestro de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Uasd, espacios donde dejó ver su don de gente, con un trato amable y respetuoso.
Conocí a ese gran ser humano cuando empezó a desempeñar la función de Procurador Fiscal Titular del Distrito Judicial de Barahona, posición que deja cuando gana un concurso de oposición optando por una plaza como Procurador General de Corte de Apelación.
El magistrado Martil era respetuoso, cortés y dilecto en el trato a los demás. Nunca le vi haciendo ostentaciones de cargos, presumiendendo títulos ni desconsiderando de palabras o de hecho a ninguna persona.
Era cauto en las palabras y el accionar; honraba la amistad y reconocía los espacios de los otros.
Era afectivo familiarmente, sembró en sus hijos sentimientos de honor y dignidad.
Su muerte inesperada no sólo enlutece a su familia, ella afectó a la clase magisterial, a la jurídica y a la comunicacional en la provincia de Barahona.
Pedro Martil era ese amigo que se alegraba al estrechar las manos al amigo, al orientar un ciudadano o dar una lección a un grupo de estudiantes. No se manejaba con demagogia, era protocolar, pero sin burocracia excesiva, era humilde, pero con conciencia de su valor humano y su sitial en las estructuras sociales y políticas del país.
Su muerte inesperada me dolió. Recordaré con fruición su paso de gigante por los escenarios de la Vida.
Dios obre la debida consolación en su Familia y amigos.
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