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¿POR QUÉ SE PIERDE LA SOBERANÍA?

Por: maestro Ernesto Manzanillo. 
Si bien es cierto, que la soberanía de un país se puede perder por la intervención armada de otra nación en su territorio; no es menos cierto que esa pérdida tiene sus raíces en el descontrol financiero ocasionado por el despilfarro y la corrupción administrativa de los gobiernos que al “tocar fondo”, se han visto compelidos a recurrir a la emisión de dinero inorgánico, bonos soberanos o préstamos internacionales.

El primer empréstito de capital extranjero negociado por la República Dominicana fue el contratado el 1° de mayo de 1869, con un astuto fiador internacional llamado Edward HersbergHartmont, quien se hacía representar por la empresa Hartmont & Company. De hecho, Hartmont, no fue más que un hábil intermediario financiero que se valió de los documentos que incautamente le firmó y entregó el gobierno dominicano y que luego negoció entre los banqueros europeos.


Poco antes de entrar en contacto con la República Dominicana, Edward Hartmont fue declarado en quiebra en 1867. Este es el Hartmont con quien el gobierno de Buenaventura Báez firmó un empréstito por la suma de 420,000 libras esterlinas, equivalentes a 2,100,000 pesos dominicanos, cuyo plazo de pago era de 25 años con una amortización anual de 1,472,500 libras esterlinaspara capital e intereses.


A juicio del fenecido economista santiaguero, Julio C. Estrella, el artículo 9 del contrato de préstamo, estipulaba que “el pago regular de las sumas necesarias para el servicio de los intereses y de la amortización están garantizadas por todo el activo del Estado de Santo Domingo, sus aduanas, proventos y dominios. Se acuerda, en favor de los portadores de títulos de este empréstito, primera hipoteca sobre los objetos antes descritos no teniendo el Estado de Santo Domingo ninguna otra deuda contraída”.


Mediante el artículo 10 se especificaba como garantía inmediata las recaudaciones de las aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata, las dos más florecientes de la época. Por el artículo 11 se autorizaba a los prestamistas a nombrar los empleados de dichas aduanas para contra-firmar los recibos expedidos por los receptores.


Finalmente, el artículo 14, estipulaba que “como garantía suplementaria, el Gobierno dominicano otorga a los empresarios de este empréstito primera hipoteca sobre las minas de carbón y los bosques pertenecientes al Estado en la península de Samaná, así como los derechos que ingrese al Tesoro por la explotación del guano o guanitos de la isla Alto Velo”.


La astucia de Edward Hartmont, y la complacencia de Buenaventura Báez lo llevaron a ser nombrado Cónsul General de la República Dominicana en Londres y ser embestido con un poder especial que lo autorizaba a transferir el empréstito a terceros en las mismas condiciones convenidas en el principio.Poder que utilizó para emitir en complicidad con la firma inglesa Peter, Lawson & Son, títulos fraudulentos por un monto de 757,700 libras esterlinas en nombre del Estado dominicano.


Por incumplimiento del contrato, el Senado dominicano declaró cancelado el empréstito Hartmonten fecha 20 de junio del 1870. No obstante, el Gobierno dominicano, se vio obligado al pago de toda la deuda contraída con Hartmont para poder ejecutar un nuevo préstamo.


El escándalo desatado por las tropelías de Hartmont en los círculos financieros europeoshundió en el desprestigio el crédito internacional de nuestro país impidiéndole la adquisición de nuevos préstamos.


No fue sino hasta el año 1888 cuando se pudo concertar un nuevo empréstito con un intermediario conocido como el Conde de Okzsa en representación de la Westendorp & Company de Holanda, bajo la gobernación del General Ulises Heureaux(Lilísen fecha 16 de agosto de 1888, por el monto de 770,000 libras esterlinas con un interés anual del 6% pagadero en 30 años, a razón de 55,645 libras anuales, o sea, un total global de 1,669,350 libras. Al igual que el empréstito Hartmont, este también resultó oneroso para el país.


Con el propósito de desplazar a los acreedores europeos en la República Dominicana, los Estados Unidos de América, organizaron una empresa con el nombre de Santo Domingo Improvement Company para adquirir todos los derechos y obligaciones de la Westendorp Company, derivados de los empréstitos de 1888 y 1890. Con esta compañía, Ulises Heureaux logró obtener un préstamo por valor de 1,250,000 dólarespréstamos que le abrió las puertas de nuestro país a Estados Unidos para iniciar la toma del control total de la finanza pública dominicana mediante la creación de dos compañías filiales de la Santo Domingo Improvement Company: la San Domingo Finance y San Domingo Railways para la construcción y administración del ferrocarril Puerto Plata-Santiago.


Es saludable aclarar que, la carrera de endeudamiento iniciada por los caudillos de la Primera y segunda República ha encontrado sus adeptos en los gobernantes democráticos de la actualidad. Sin embargo, es bueno destacar que el gobierno del tirano, mediante el Tratado Trujillo-Hull rubricado el 24 de septiembre de 1940 entre los Estados Unidos y la República Dominicana, con la finalidad de sanear la deuda externa de nuestro país y recuperar en control de las aduanas que estaban en poder de los acreedores estadounidenses.


Durante los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer, desde 1966 hasta su salida en 1978 la deuda era de 978.4 millones de dólares, lo que indica que el período donde se construyeron las más importantes obras de infraestructura de la nación, el país solo se endeudó en 838 millones, siendo el gobierno de menor endeudamiento externo.


En las últimas décadas, la deuda externa de la República Dominicana fue aumentada de manera exorbitante. Según el portal del Ministerio de Hacienda, Los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina dejaron una deuda de 10,530.4 millones de dólares, pero el actual gobierno presenta hasta el 30 de septiembre del año en curso, una deuda de 40,709.1 millones de dólares y apenas está iniciando su segundo período de gobierno.


De continuar esta alocada carrera de endeudamiento externo, terminaremos perdiendo nuestra patria.  ¡Que Dios nos ampare!

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