Asi estamos, mueren varios niños por hambre. Esto se puede evitar:
Es Irónico ver como se hacen inversiones millonarias en armas, guerras, espionajes, en grandes obras amparadas en procesos corruptos en el mundo, mientras cientos de niños mueren por hambre. Al final vale la pena preguntar qué sentido tiene la vida para una minoría de poderosos y politicos que no sienten ningún temor frente a la ira de Dios.
La muerte por hambre
de seis niños pone en emergencia alimentaria al norte argentino
El
único hijo de Amalia se convirtió en el sexto niño muerto por
desnutrición en lo que va de mes, en Salta, una provincia en el extremo norte
de Argentina que colinda con Bolivia, Chile y Paraguay. El niño tenía un año y nueve meses y vivía
con su madre en una comunidad de 150 familias indígenas wichís en el municipio
de Embarcación. Murió durante el traslado entre dos centros de salud. El
gobierno salteño informó de que el pequeño estaba en un estado general grave,
con fiebre, deshidratación severa y diez días de vómitos y diarrea. “Tenía una
enfermedad de base: desnutrición crónica”, admitieron las autoridades.
Casos como este se suceden año a año en Salta, donde el verano es duro y las
sequías se turnan con las inundaciones para dejar sin alimentos a las
comunidades indígenas más aisladas. Como tantas otras veces, el estado
provincial, liderado por el peronismo durante 32 de los últimos 36 años de
democracia, declaró la emergencia sociosanitaria.
La crisis económica que asola a
Argentina ha agravado el problema de las comunidades más
postergadas, pero los orígenes son estructurales. En esta región norteña se
desperdigan muchos de los parajes más pobres del país sudamericano, como Las
Vertientes y El Tráfico, comunidades wichís donde vivían algunos de los
pequeños muertos desde el 1 de enero. O Morillo, hogar de un niño criollo que
se sumó al mismo listado. “Grave situación lo que está pasando, primera vez que
veo esta situación por falta de alimentos, de trabajo, de sala de primeros
auxilios y de agua”, dice por teléfono Gilberto Vicente, cacique de El Tráfico.
Amancio Martínez, cacique de Kilómetro 2-Misión La Paz, ubicada más al noreste,
en la frontera con Bolivia y Paraguay, advierte que el problema es de larga
data. La falta de alimentos “no es de ayer, viene de más antes”, dice.
En esos parajes desolados faltan agentes
sanitarios, como se llama al personal que visita regularmente a las familias
casa por casa. Se mueven en bicicleta, con una mochila, y recogen información
sobre peso, talla, vacunación y enfermedades del grupo familiar, que luego
vuelcan en una ficha. Hoy hay zonas muy pobladas sin agentes a cargo. Cuando
los casos graves se derivan al hospital de Tartagal, ubicado a más de 300
kilómetros, es tarde. “Los chicos ya no tienen defensas, se sienten agotados,
no tienen cómo soportar. Tiene que haber más agentes y más control de los
supervisores de zona. Tiene que cambiar la metodología”, dice Martínez.
Un problema crónico
En el hospital de Tartagal hay diez niños
ingresados por malnutrición, dijo la ministra de Salud provincial, Josefina
Medrano. La funcionaria admitió que los problemas de salud en el chaco salteño
“se repiten año tras año”, como un karma. El gobernador Gustavo Sáenz declaró
la emergencia sociosanitaria en la zona, en un intento por atajar la crisis. El
político peronista está en el cargo desde el 10 de diciembre pasado, cuando
sucedió a otro peronista, Juan Manuel Urtubey. Urtubey
estuvo 12 años en el cargo, y al final de su mandato ocupó buena parte de su
tiempo en promocionar su candidatura presidencial. Sus planes quedaron truncos
por el poder electoral de la dupla Alberto Fernández - Cristina
Kirchner, ganadores de las elecciones frente al expresidente Mauricio Macri.
Desde el final de la dictadura militar en 1983, la provincia ha sido gobernada
por diferentes corrientes del peronismo, con nombres que se repitieron durante
varios períodos, como Romero y ahora Urtubey. Rica en recursos y poderoso polo
turístico, las noticias de niños muertos por hambre son una constante salteña.
El
escenario social es siempre delicado. El martes, en la oficina municipal de
Santa Victoria Este, uno de los municipios incluidos en la emergencia, seguían
de cerca la crisis sanitaria. Santa Victoria Este está por primera vez en manos
de un gobierno integrado por wichís, luego de que Rogelio Nerón ganase las
elecciones de noviembre con el 45% de los votos. La comunidad sigue de cerca
una inminente crecida del río Pilcomayo, que se desborda cada verano
arrastrando el lodo que se acumulado durante la sequía, y el velatorio de una
mujer que murió al dar a luz en su casa una niña.
Agua, alimentos y ambulancias
A mediados de mes, ante las primeras
muertes, el ministro de Desarrollo de Nación, Daniel Arroyo, visitó Salta y
dejó allí un equipo de trabajo. Al conocerse la sexta muerte, Arroyo escribió
en un hilo de Twitter que “la situación sociosanitaria en el norte de Salta es
muy crítica”. El reparto de agua envasada y de alimentos es la prioridad, dijo.
Las soluciones a largo plazo, sin
embargo, deberán esperar. El acceso al agua potable, un derecho humano esencial
para la ONU desde 2010, es una deuda histórica en el chaco salteño. Los puestos
sanitarios que pasan meses sin agua son una noticia frecuente. Y en muchas
comunidades perdidas en el monte hay que andar horas a pie hasta encontrar un
grifo. Si se trata de reparar una bomba o colocar una cisterna, los trámites
burocráticos pueden llevar meses. Esta semana, los pobladores de Los Blancos,
el pueblo de Amalia, tomaron el centro de salud para reclamar por la falta de
suministro de agua, de ambulancias y de medicamentos.
La pobreza es estructural en los hogares
indígenas, que tienen los peores indicadores educativos, sanitarios y sociales
de Argentina, en cifras de Unicef. De ellos, los de Salta y Formosa están entre los más
postergados. La semana pasada, un grupo de caciques envió una carta desde Salta
a Médicos sin Fronteras (MSF) para América del Sur, donde
invita a la ONG a realizar una “misión exploratoria” en la zona, ante “una
crisis humanitaria de carácter crónico”.
Un grupo de médicos, antropólogos y
abogados solicitó en un escrito similar “una misión humanitaria en territorio
wichí en el este de Salta y oeste de Formosa”. En ese momento, los niños
fallecidos por desnutrición en la zona eran cuatro. Uno de los firmantes,
Rodolfo Franco, recordó que Salta es “una provincia productora de alimentos” y
“no debería haber ninguna muerte" por desnutrición. Franco nació en Buenos
Aires y hace siete años se mudó a Salta. Hoy es el único médico en una amplia
zona ubicada entre Misión Carboncito y Misión Chaqueña, cerca del río Bermejo.
https://elpais.com/elpais/2020/01/29/planeta_futuro/1580318585_209566.html
Yván Ariel Gómez Rubio
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