OTRA VEZ GONZALO, PERO CON UN OBJETIVO DISTINTO
Por: Xavier Carrasco.
Muchos analistas y ciudadanos reaccionan con escepticismo o burla, perdiendo de vista una lección fundamental de la historia, quien no la conoce está condenado a repetirla. Y si de historia hablamos, la eventual candidatura de Gonzalo tiene un peso estratégico que va más allá de la simple aspiración presidencial.
El PLD atraviesa hoy una de las etapas más difíciles de su existencia. En menos de cuatro años ha descendido de un 37% a apenas un 10% de respaldo electoral. No se trata ya de si puede o no ganar en el 2028. Lo que está en juego es su sobrevivencia como fuerza política significativa.
La irrupción de Gonzalo como posible candidato levanta el ánimo interno y reactiva una maquinaria que parecía apagada. No porque sea la figura más carismática o preparada, sino porque, frente a las opciones actuales dentro del PLD, es el único que logra movilizar a las bases, conectar con los militantes, y provocar conversación más allá de los muros del partido. Su regreso reorganiza la estructura, oxigena el debate y le da una razón de ser a una organización golpeada por las derrotas y las divisiones.
En ese sentido, su candidatura tendría un efecto más determinante sobre la Fuerza del Pueblo y Leonel Fernández que sobre el oficialismo. ¿Por qué? Porque ambos partidos comparten un origen, una ideología, y buena parte de su militancia. Muchos que hoy militan con Leonel se fueron después de la derrota de Gonzalo y su retiro del escenario político. Su reaparición podría provocar un reflujo.
Contrario a lo que algunos creen, una competencia reñida no solo beneficia a los partidos opositores, también fortalece al sistema democrático y obliga al partido de gobierno a gobernar con más sentido político, valorando más a su dirigencia. La historia reciente lo demuestra, mientras el PRD fue un partido fuerte, tanto el PRSC como el PLD tuvieron que mantenerse activos y disciplinados para conservar el poder. Cuando se sienten solos en la cima, los gobiernos suelen desconectarse de sus bases.
Gonzalo, además, cuenta con algo que pocos políticos tienen hoy, simpatía en los sectores más humildes. Y aunque esa simpatía no siempre se traduce en conciencia crítica o votos garantizados, sí es una base de apoyo valiosa. No es la opción ideal para ganar unas elecciones, pero sí podría ser la figura capaz de evitar que el PLD desaparezca como opción viable. A veces, el objetivo no es llegar, sino simplemente no morir.
Gonzalo Castillo no es, al menos hoy, la carta de triunfo del PLD. Pero sí podría ser la chispa que mantenga encendida una llama que muchos daban por extinguida. En un escenario político cada vez más incierto, su rol no sería necesariamente ganar, sino evitar que su partido pierda lo que le queda de vida, estructura y futuro.
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