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Barahona: tierra olvidada por el poder

Por Luis Alberto Peláez

Dirigente Político y Comunicador


Barahona está cansada. Cansada del abandono histórico, de los aplausos vacíos en tiempos de elecciones, de los recorridos con cámaras pero sin soluciones. Esta provincia no quiere lástima, quiere respeto. No exige favores, exige derechos.

Aquí se vive con lo mínimo. Lo que hay, lo pone la gente. Lo demás, brilla por su ausencia. El Estado ha fallado. Ha fallado en salud, en educación, en infraestructura, en empleo y en oportunidades. Lo ha hecho durante años, sin importar quién esté en el Palacio.

La inversión pública no llega. Los presupuestos nacionales nos ignoran, las promesas se repiten y los problemas se agravan. Las calles están rotas, los caminos vecinales desaparecen con las lluvias, las escuelas se caen a pedazos y las comunidades sobreviven en condiciones del siglo pasado.

En materia de salud, la situación es sencillamente inaceptable. ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI haya hospitales sin ambulancias? ¿Cómo se explica que un ciudadano tenga que encomendarse a Dios porque no hay una forma digna de ser trasladado en caso de emergencia? ¿Dónde está el Estado que tanto presume de modernidad?

El campo, que debería ser motor económico, está completamente descuidado. Los productores siembran sin asistencia, sin tecnología, sin acceso a financiamiento. El gobierno no compra su producción, no garantiza precios justos, no les brinda acompañamiento técnico. El resultado es el éxodo: jóvenes que abandonan la tierra porque aquí no ven futuro.

Y quienes se quedan, enfrentan el desempleo como castigo. No hay industrias, no hay incentivo a la inversión, no hay política de desarrollo territorial. Ni el que se graduó ni el que aprendió un oficio encuentra una oportunidad. La informalidad es la norma. El “rebusque” es el pan de cada día.

Y en ese vacío de Estado crece la inseguridad. No por maldad de la gente, sino por la desesperanza. La delincuencia es, muchas veces, consecuencia del abandono. Cuando la juventud no tiene acceso a empleo, a cultura, a deporte, a formación, ¿qué futuro le queda? ¿Qué camino puede seguir?

Barahona no es una carga, es una riqueza mal administrada. Tenemos recursos naturales, gente trabajadora, zonas turísticas de enorme potencial, producción agrícola y pesquera que podría alimentar al país. Lo que falta es voluntad política, visión de desarrollo y una decisión firme de romper con el centralismo que todo lo concentra en Santo Domingo.

Es hora de que Barahona sea parte del proyecto nacional. De que se descentralice el poder, de que se distribuyan los recursos con justicia, de que se invierta donde más se necesita. Exigimos un plan de desarrollo para el sur, con metas claras, presupuesto asignado y seguimiento ciudadano.

Barahona no pide más que lo justo. No quiere promesas, quiere obras. No quiere discursos, quiere resultados. No quiere ser parte del estribillo electoral, quiere ser parte de la agenda de gobierno.

La paciencia se está agotando. Y no es una amenaza, es una advertencia legítima de un pueblo que ha resistido demasiado. Porque mientras algunos se reparten contratos y prebendas, aquí seguimos esperando lo básico: agua potable, salud digna, caminos transitables, escuelas seguras, empleos reales.

Que no digan después que no lo sabían. Que no se sorprendan cuando Barahona se levante y reclame lo que le corresponde. Porque una provincia ignorada no es una provincia derrotada. Es una provincia que está despertando.


 Barahona: tierra olvidada por el poder
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