LA REPÚBLICA DOMINICANA EN LA GEOPOLÍTICA MUNDIAL
Por: Ernesto Manzanillo, maestro y educador.
Nuestro país, además de hermoso, posee una oferta hotelera envidiable, con un exponencial crecimiento de la inversión extranjera y una masiva incursión de turistas de Estados Unidos, Canadá, Rusia, Europa y América Latina, entre otros. Según, el último informe del Banco Central de la República Dominicana, el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) registró una expansión de 5.6 % durante el mes de agosto del presente año, acumulándose así, un crecimiento promedio interanual de 5.1 % en el período enero-agosto del 2024.
A todas las bondades económicas que exhibe nuestro terruño, se suma la cantidad y variedad de recursos minerales que posee. Recursos que, a juicio del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, van desde oro, plata, cobre, zinc y plomo en las provincias fronterizas de Dajabón y Elías Piña; bauxita, aluminio y mármol en Pedernales; titanio en Monte Cristi; y reservas de petróleo en Independencia y Monte Cristi.
Por su ubicación geográfica, la República Dominicana, reviste una importancia geopolítica de primer orden; ya que, sirve de enlace marítimo con todos los países costeros del mundo, y por esta y demás razones expuestas anteriormente, ha sido codiciadapor potencias extranjeras desde su fundación. Tanto Pedro Santana, como Manuel Jiménez y Buenaventura Báez, quienes presidieron la República de 1844 a 1861, ofertaron la Península y Bahía de Samaná a Francia, Inglaterra, España y Estados Unidos.
La Bahía de Samaná era un codiciado botín para las potencias extranjeras, no solo por su estratégica ubicación geográfica, sino también, por los supuestos yacimientos de carbón mineral que reposaban en el subsuelo. A juicio del filósofo, naturalista y cónsul inglés en la RepúblicaDominicana en 1848, Robert Schombugk, “La Bahía de Samaná es, quizás, una de las más bellas y amplias de todas las Indias Occidentales. Está bien protegida por una barrera de arrecifes y tiene aproximadamente40 millas de largo por 15 de anchura”.
“Con relación a su posición, se ha aseverado que quizás no podrán encontrarse en el mundo tres bahías similares a la de Samaná. Por ello es que Francia siempre le ha atribuido enorme importancia a la posición de este punto tan estratégico y ha recurrido a todos los medios para lograrlo”. Por esas razones, algunas naciones poderosas de los siglos XIX y XX, se atrevieron a proponer la compra de la citada península y bahía, pero al no lograr su propósito, decidieron pactar contrato de arrendamiento leonino como el rubricado el 28 de diciembre de 1872 y ratificado el 19 de febrero del año siguiente por el senado de la República Dominicana. Este contrato de arrendamiento firmado por el gobierno de Buenaventura Báez con la empresa norteamericana Samaná Bay Company y el inversionista, Joseph Fabens, quien usufructuaría todos las riquezas y beneficios de la Península y Bahía de Samaná por un período de 99 años. Dicho convenio fue rescindido en 1874 por el gobierno de Ignacio María González, quien había derrocado a Báez.
Pero, no solo la Península y Bahía de Samaná, han sido objeto de la codicia de potencias extranjeras, sino también, toda la porción oriental de nuestra isla, es decir, toda la República Dominicana. El deseo insostenible de poseerla los ha llevado, no solo a pactar contratos absurdos con gobiernos entreguistas de la Primera y Segunda República, como fueron los empréstitos con las Casas: Hartmont y Westendorp, y la posterior Convención Domínico-americana de 1907, la cual le daba a los Estados Unidos de América, la administración de las aduanas y la potestad de intervenir nuestro territorio si se incumplía lo pactado. Por esa razón, fuimos invadidos en 1916-1924.
La agonía de las grandes potencias por controlar las riquezas de los países emergentes, no tiene límites, pues ustedes pensarán que toda su codicia quedó en el pasado, pero no es así; ya que hace pocos días el Tribunal Constitucional, aprobó mediantesentencia TC/0547/24, un desdichado acuerdo entre la República Dominicana y el Reino de los Países Bajos (Holanda), mediante el cual el primero, cede una parte importante de sus aguas territoriales (200 millas náuticas) a favor de Aruba, Bonaire y Curazao, propiedad de los Países Bajos; en franca violación al Artículo 9:2 de la Constitución acerca de la inalienabilidad del mar territorial.
En conclusión, nuestro país sigue siendo presa fácil de las grandes potencias mundiales, porque todavía sigue habiendo políticos corruptos con complejo de Guacanagarix e inversionistas extranjeros agiotistas con complejo de lobos rapaces. ¡Que Dios nos ampare!
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