Eso, junto al poco apoyo que recibe el campo hace que miles de personas decidan dejar la zona rural para ir a las ciudades.
No se puede dejar de mencionar la alta tasa de nacionales haitianos que día a día vienen al país y se radican en esta ciudad de Barahona.
Es evidente un crecimiento, pero este crecimiento ha sido desordenado. No hay un plan ni un proyecto que oriente dicho crecimiento en población y en estructura.
Tanto el gobierno central como el municipal deben mirar hacia el futuro y planificar la ciudad que queremos. De no ser así, tendremos un problema a largo plazo que costará millones y millones para resolverlo.
Cientos de árboles están siendo derribados con el único fin de construir una vivienda aunque sea de pajas o zinc.
En una conversación informal con un residente de la parte montañosa afectada que colinda con la Raqueta, y que nos reservamos su identidad, señala que lo más importante es tener un techo para poder darle protección a su familia porque no tienen respuestas del Estado. Muchos de ellos a lo mejor ignoran el daño que hace derribar los árboles de las montañas, eso podría ser entendible en personas de bajo nivel de formación y académico, lo que no es entendible es la poca atención del Estado en el tema.
No vale de nada hacer programas de reforestación si por otro lado permitimos la tala y las tumbas de montañas con fines agrícolas.
Ánimo que todavía hay tiempo para no convertirnos en un Haiti.
Informativo Brisas del Sur
Yván Ariel Gómez Rubio.
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