No me dejen morir por favor, he entregado toda mi vida a los barahoneros. Carta antes de morir.
Carta del
Rio Birán, antes de morir.
He tenido
durante mi larga vida útil una satisfacción enorme porque siento que mi gente
barahonera ha disfrutado todas mis aguas cargadas de minerales.
Cada vez,
que veía a los niños, jóvenes, adultos y ancianos venir hacia mí, buscando un
descanso y limpiar sus sudores de un arduo día de trabajo, sentía que la razón por
la que fui creado por Dios y la naturaleza tenía como fin brindar a las
personas un lugar placentero lleno de vida.
Yo, Birán,
tengo muchas utilidades, algunas de ellas son dar vida, pues con mis aguas las
personas beben, lavan sus casas, se bañan, riegan los árboles para que den
frutos, pero nadie se acuerda de mí.
Últimamente,
he caído en el olvido a lo mejor porque mis caudales han bajado, a lo mejor porque
las personas entienden que hay otras fuentes de vida y que ya no soy útil, a lo
mejor porque necesitan el espacio para construir viviendas y urbanizar la
ciudad. En verdad, no lo sé. Pero me tratan como a un enemigo que ha sido
capturado en una guerra y lo someten a todo acto de torturas y barbaries.
No tengo lagrimas
para llorar, cada vez que veo a niños, jóvenes, adultos y ancianos tirar plásticos,
desperdicios, heces fecales, animales muertos sobre mí, cada vez que veo motores,
carros, camionetas en mis aguas dejando caer enormes cantidades de grasa,
gasolina, cada vez que veo la instalación de car wash alrededor de mí y a lo
largo de mi camino hasta llegar al mar, siento un dolor inmenso y creo que mi
vida útil ya se acaba.
He visto
cómo el cielo cambia de color, pareciendo reflejar el dolor que arde en mí, me
ha costado mucho poder aumentar mi caudal, e incluso he llegado a pensar que no
lo lograría gracias a esos desperdicios y descuidos, pero a veces pienso que soy
afortunado de ser un rio que atraviesa la ciudad y que seria un privilegio para
mi tener una vida diferente en armonía con mis hermanos barahoneros. En una ocasión,
escuché dos personas hablar mientras se bañaban en mis aguas y decían que no todas
las ciudades tenían esa gran dicha de tener un rio que divida la ciudad en dos,
sentí alegría escuchar eso, pensé todavía hay personas que entienden la importancia
de mis aguas, sin embargo, cuando se marchaban sacaron de un vehículo dos
fundas negras y arrojaron sus desperdicios sobre mí, uhhhh, me mataron y sentí
miedo, frustración y vergüenza.
A pesar
de todo esto, tengo un poco de vida y siento la esperanza de que algún día alguien
se acordará de mí y me hará sentir como un rey.
Antes de
despedirme no quiero que piensen que soy egoísta y que pido mucho, lo único que
quiero es que me devuelvan los arboles que adornaban mi cabeza, que me limpien
los laterales que están en todo mi recorrido hasta llegar al mar, que alejen
los vehículos y lavaderos de mí, que hagan baños y letrinas para que no
descarguen esas feas cosas en mis aguas, que utilicen otros lugares para tirar
los animales muertos, que reciclen los plásticos.
Por favor
no me dejen morir.
Att. Rio
Birán.
Yván Ariel Gómez Rubio.
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