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”La verdad sobre la calle “las delicias” III.


”Bar de panchito”
“Muere un antro y Renace otro con más esplendor”

Parecía como si otra vez se mirara en el aquel espejo que reflejaba su pasado, desconcertada por mi insistencia de querer saber más sobre las delicias que ofrecían en estos Bares, dejó su vaso de refresco sobre la mesa y me miró de forma transparente por unos segundos como si no quisiera contarme nada. No te entiendo -me dijo-, habíamos convenido entre nosotros olvidar ese asunto, porque ahora quieres revivirlo. La brisa del mar le alborotó el largo cabello que se hacía notorio que no era de estos medios o lugares del sur. La miré temblando con la mirada puesta en esa belleza marchitada por los años y en la mano una pluma lista para redactar lo que ella me pudiera contar. -Que yo sepa, eres muy joven para estar investigando estas cosas, tú sufriste -le dije-, pero seguramente no se necesita vivir algo tan duro para hundirse.

Don Panchito Jabino, era el propietario de este bar y en honor a él le llamaban, estaba bueno. No eran raras las peleas en este último. Aunque ya solo quedan ruinas de aquel lugar que tantas penas dejaron y alegrías fingidas.

Cada cuarto tenía su historia, porque allí no tenías que ir lejos si te gustaba una hembra.

Don panchito, era un don Juan, porque cada mujer que deseaba trabajar en su negocio tenía que pasar la prueba, entregándose en primer lugar a él sin merecido pago.

Todas las tardes alquilaba un carruaje para pasear en el poblado con un whisky mientras se agitaba el caballo.

Exactamente distinguida dama. Por eso necesito que me platiques la historia que nunca quise oír por miedo a descubrir un pasado que pudiera aclarar nuestro presente... Necesito que tú me digas lo que siente una mujer que ha sido víctima de un abuso consentido por esta sociedad que maltrata y consiente el mercado de las hembras. La escucho gritar, llorar, suplicarme que por favor no reviva su pasado, pero a la misma vez me dice: está bien jovencito. Como si estuviera en un sueño me despierto sudando, mirándola, cómo si estuviera allí, con su gesto solitario, ávido de afecto, de comprensión y ayuda.

¡¡¡Decir que al cerrar estos lugares todo se arregló es una utopía!!!

Yo fui una de esas veinte y dos mujeres cibaeñas que llegaron  a este pueblo, de esas que muchos las miraban con ojos de morbos y otros con pena pero que de todos modos como traídas de un cuento de hadas teníamos que hacer magia para lidiar con tantos hombres.

Yo: ¿Por noche cuantos hombres vivían contigo?.

No tenia cuenta porque se perdía, ya que después de cerrar todos los bares el lugar para amanecer era este. Se detiene un momento Zzzzzz.

Levanta el cabello y muestra una cicatriz en su rostro, ¡¡esto me lo hiso una mujer que me acusó de estar viviendo con su esposo, pero no era yo quien lo buscaba!!

Se necesita mucho valor para amar una mujer marcada por el pasado y más si ese pasado está impregnado en su rostro como una marca tangible.

Se necesita mucho amor para curar esas heridas y sobre todo quien ose tener este privilegio tiene que ser muy inteligente para soportar los vejámenes de la gente, que al verlo pasar de brazos le restrieguen en la cara que la mujer que tiene fue de muchos. Porque ella ya no cree en lo que siente sino en lo que puedes hacer por ella.

Yo no lo hice por que quise hacerlo, tenía dos niños pequeños que me esperaban y mi llegada era para ellos motivo de alegría y más cuando les entregaba esas canquiñas compradas en los paradores del 9 de la autopista duarte.

Siempre me dijeron que las Palabras falsas, que atormentan el silencio, rocas vivas que luchan en el desierto son propias de las desdichas de la vida…

 Que la Mujer de mirada cansada, de sonrisa reprimida, de suspiro contenido y de gritos postergados también tiene derecho a reivindicar su vida y ser una nueva persona y más si en medio de tantos cuerpos encuentra uno que le ofrece ternura y calor humano…

 Mujer de juventud perdida, de añoranzas pasadas; pero que hoy le sonrió a la vida como si fuera mi último suspiro.  No susurres al viento lo que tu alma piensa, que mis pensamientos te llaman; aun después de muerto… Y si los muertos hablaran entonces esta historia no sería historia. 

Att: La Rubia

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